"Inquebrantable: Cuando la silla de ruedas se volvió púlpito"
- Por valentina Blanco
- 1 may
- 2 Min. de lectura

A los 17 años, una zambullida mal calculada cambió la vida de Joni Eareckson Tada para siempre. Lo que parecía ser una tragedia irreversible —una parálisis del cuello hacia abajo— se convirtió en el inicio de una historia de redención, fe inquebrantable y propósito eterno.
Joni, una joven activa y amante de los deportes, quedó cuadripléjica tras un accidente en 1967. Lo que siguió fue un intenso valle de sufrimiento físico, depresión, dudas espirituales y luchas con el sentido de su existencia. Sin embargo, en ese proceso doloroso, Dios empezó a pulir una vida para Su gloria.
En vez de hundirse en la amargura, Joni fue llevada —por medio de Su Palabra— a ver que su discapacidad no era una barrera para servir a Dios, sino una plataforma para exaltar Su soberanía, Su gracia y Su poder. Desde su silla de ruedas, ha impactado millones: como autora, artista, conferencista, fundadora del ministerio Joni and Friends, y defensora de las personas con discapacidad en todo el mundo.
"Lo primero que pienso hacer con las piernas resucitadas es arrodillarme agradecida y glorificada."
Su historia no es un testimonio de fuerza humana, sino de una esperanza sobrenatural que sostiene aún en el quebranto más profundo. A través de sus libros, su arte pintado con la boca, y su activismo cristiano, Joni ha demostrado que la debilidad puede ser el escenario perfecto para la gloria de Dios.
La vida de Joni Eareckson Tada nos confronta con una pregunta esencial: ¿Estamos usando nuestra vida —sea cual sea nuestra condición— para magnificar a Cristo?
Su testimonio desarma excusas, despierta gratitud y muestra que el sufrimiento no tiene la última palabra: la gracia sí.
Una frase que me impactó en una de sus conferencias fue ésta: "Lo primero que pienso hacer con las piernas resucitadas es arrodillarme agradecida y glorificada."
En una sola frase, Joni encapsula tres verdades gloriosas: la esperanza futura, la gratitud eterna y la gloria venidera. Ella, que ha vivido más de cinco décadas en una silla de ruedas, no espera la resurrección para correr, bailar o saltar —aunque podría hacerlo—, sino para arrodillarse. Ese gesto lo dice todo!.
Arrodillarse es el símbolo de rendición, de adoración pura. Significa que su esperanza no está puesta en recuperar un cuerpo funcional, sino en ver cara a cara al Salvador que la sostuvo en cada dolor. Su enfoque no está en lo que recibirá, sino en a quién podrá honrar con todo su ser restaurado.
La frase también señala una verdad escatológica poderosa: la glorificación. Joni no habla solo de sanidad física, sino de una transformación total. Un cuerpo glorificado, sin pecado, sin sufrimiento, preparado para gozar de Dios por la eternidad (Filipenses 3:20-21).
"Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor..." — Apocalipsis 21:4
El testimonio de Joni es una lectura obligada para todo creyente que desea comprender el sufrimiento desde la perspectiva bíblica. Su historia no solo inspira, sino que enseña. Más que una historia de superación, es una historia de sumisión alegre al Dios que hace todo para Su gloria, incluso cuando no entendemos el porqué.
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