De insensata a sabia, de adúltera a virtuosa
- Por Violeta Guerra
- 9 may 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 nov 2024
El libro de Proverbios bien pudiera ser el manual de capacitación y procedimientos de toda mujer, madre, esposa, o aspirante. Es un tesoro de sabiduría para la mujer que desea aprender a conducirse, pero también para el hombre que desea conocer a la mujer, y encontrar una buena esposa.

El propósito general del libro es proveer sabiduría y doctrina, así como razones prudentes a través de dichos profundos (Pr.1:6) que bien merecen nuestra atención. En este libro encontramos tres mujeres prominentes:
Es propio de la sabiduría de Proverbios terminar con un homenaje a la “Mujer Virtuosa”, ya que sus páginas se dedican bastante a describir a la mujer Mala (Pr. 6:24) e Insensata (Pr. 9:13). Así que el capítulo 31 viene siendo el clímax con que el libro cierra armoniosamente, estableciendo un contraste entre ambas mujeres. En él encontramos los consejos de una madre piadosa, sabia, y preocupada por las decisiones y el futuro de su hijo, sobre todo en cuanto a elegir una buena esposa. De manera que aquí tenemos un compendio que nos sirve tanto de incentivo como de guía, pues deja claro las cualidades que deben estar presentes en una mujer que desee ser una buena esposa, conducir bien su hogar, impactar su comunidad, y ser alabada por Dios.
Madre virtuosa
De entrada, la exposición que hace la madre en Proverbios 31 es valiosa porque:
Revela rasgos de su cosmovisión, carácter y nivel espiritual;
Su cosmovisión centrada en el Señor acentúa el valor de su enseñanza.
Por la introducción que hace el rey Lemuel (presuntamente Salomón) en Proverbios 31, queda evidente que su madre fue diligente en su crianza para formar en él el carácter de un hombre responsable y de bien. No obstante, aunque la instrucción y mimos formaron parte de su crianza, hubo un tiempo en el que él se apartó de los caminos de Dios (1 Reyes 11:1-11), al dejar de lado las amonestaciones del Señor y de su madre.
El libro de Proverbios testifica sobre la difícil labor de criar hijos (Pr. 22:15), aunque la gracia de Dios lo hace posible. La necedad ligada al corazón del muchacho, sumada al crecimiento en una sociedad pluralista que apela y hala de él en todas las direcciones, lo hace particularmente difícil. Así que, algo que nos queda claro es que el desvío de Salomón no fue por falta de una buena crianza, sino por las influencias, y atracción y seducción de su propia concupiscencia hacia el pecado (Stg. 1:14). Lemuel que significa “dedicado a Dios” o “perteneciente a Dios” nos indica junto al triple énfasis de la expresión “hijo mío, hijo de mi vientre, hijo de mis deseos o hijo de mis votos (lit)”(Pr. 31:2), que seguramente él fue el producto de un voto hecho por su madre a Dios luego de perder su primer hijo con David… otra prueba de que Betsabé se dedicó a levantar a su hijo piadosamente.
Padre de misericordia
Por su pecado con David sabemos que Betsabé actuó insensatamente. Ella pudo oponerse al deseo del rey, para no adulterar. Como consecuencia, su pecado cobró la vida de su primogénito. En su arrepentimiento le fue concedido otro, llamado Salomón, y que significa, “Amado del Señor”. Él es la expresión del perdón y favor de Dios en sus vidas.
Restaurada al favor divino fue convertida en una mujer sabia y virtuosa, quien diligentemente crió a su hijo en el temor de Dios y quien escribe “instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr. 22:6). Consejo que nos habla de la crianza que obtuvo.
Después del nacimiento de Salomón, la vida de Betsabé permaneció mayormente en silencio, pero atenta a la vida e intereses de su hijo. La influencia sobre su esposo le permitió asegurarle la sucesión al trono de su hijo (1 Reyes 1:17). Sin más, ella se sumergió en su crianza y la vida tranquila, noble y digna de una reina. Había aprendido bien la lección de temer y honrar a Dios.
Finalmente la tradición sostiene que Proverbios 31 fue compuesto por Betsabé para amonestar a Salomón en su vida matrimonial. El mismo destila la sabiduría personificada en todo el libro. De esta mujer transformada por Dios y la pérdida de un hijo aprendemos que:
Por el evangelio, un pecado no nos define ni tiene por qué arruinar toda nuestra vida.
Debido a la obra de Cristo, Dios perdona y restaura al corazón arrepentido.
Nuestros errores pueden enseñarnos lecciones valiosas que cambian el curso de nuestra vida.
Un corazón contrito y humillado no despreciará el Señor (Sal. 51:17).
Violeta Guerra.
Comments